“Ninguna persona debe renunciar a sus sueños. La historia de una persona se compone de sus vericuetos y casualidades, pero siembre de ilusiones. Las fantasías hay que perseguirlas y, aunque no se consigan, el intento siempre dejará una huella que tendrá sentido” (Fernando Amores, 1955).
Preciosa frase y tan necesaria en estos tiempos que nos ha tocado vivir, donde la incertidumbre, el miedo y la angustia nos acecha a todos, ¡da igual dónde hayas nacido, da igual que seas rico o pobre!
Las ilusiones y los sueños siempre me han acompañado, a pesar de las desavenencias, y me han ayudado a afrontar situaciones para las que no estaba preparada.
Me entristece pensar, aunque entiendo y siento, que cuando nos alejamos de la infancia o la vida nos coloca ante situaciones difíciles de aceptar, las ilusiones se evaporan, se desvanecen, se convierten en nada.
Las ilusiones y los sueños, nos permiten fantasear y la fantasía, nos lleva a buscar la forma para ponerlas en acción, es difícil lograr algo que no hemos soñado. Las fantasías, nos motivan para llegar a la meta que nos proponemos y nos permiten disfrutar del camino y sentirnos más valiosos.
Los sueños nos ofrecen las fuerzas y la confianza que necesitamos para continuar, aunque esté presente la dificultad.
El dolor, la tristeza, la rabia que vivimos tras la pérdida de lo que tuvimos, nos desconecta de lo que somos, de lo que aún nos queda por sentir.
La situación de pandemia que estamos viviendo, nos coloca frente a la realidad que nos acompaña desde que nacemos y es que los seres humanos somos finitos.
Por ello, pienso que podemos quedarnos con “un día menos o un día más”, yo prefiero quedarme con “un día más”, un día más de ilusiones perseguidas, de amores compartidos, de bellezas percibidas, de fantasías que me acompañen donde quiero ir, de cada instante vivido y sentido.
¿Con qué te quedas tú?