¡Mi razón es más importante que la tuya!

¿Qué hay detrás de tener razón y defenderla a capa y espada?¿cómo impacta en nosotros cuando nuestra razón no es compartida?

Os muestro algunas de mis reflexiones acerca de la importancia de tener la razón y cómo nos afecta emocionalmente.

Esta mañana hablaba con mi marido de este tema tan controvertido. Pensaba cómo, a lo largo de la historia, la humanidad ha provocado guerras, conquistado países y matado personas, por defender sus propias ideas. Sin embargo, no es necesario ir tan lejos, si observamos los conflictos entre los miembros de una familia, muchos tienen que ver con la disparidad de opiniones. Conflictos, que llevan a enfados e incluso a rupturas de relaciones importantes para la vida de las personas.

¿Es una verdad más que otra, es tu verdad más verdad que la mía?

Desde mi consulta, atiendo cada día a personas que sufren cuando su verdad no es compartida por las personas a las que quiere y le quieren, impactan en ellas como un sentimiento de falta de apoyo, de rechazo o abandono. ¿Qué piensas de ello, te has sentido así alguna vez?

Os explicaré qué son y cómo influye nuestra forma de pensar en nuestro sentir y en la forma de comportarnos.

Seguro que más de uno, habréis leído o escuchado hablar sobre los Pensamientos Distorsionados o Creencias Irracionales, para los que no, os comento a qué se refieren.

Los Pensamientos Distorsionados o Creencias Irracionales, son aquellos cuyos contenidos son desagradables y no están basados en la realidad sino en nuestra propia experiencia. Nos hacen experimentar sensaciones desagradables y nos afecta a la hora de comportarnos con nosotros mismos y en consecuencia en las relaciones con los demás.

Si esto os pasa y os provocan malestar en algún aspecto de vuestras vidas, saber que podemos aprender a pensar de una forma más ajustada a la realidad, que igual no elimina por completo el malestar, ya que hay situaciones que así lo requieren, pero que no suframos más de lo que le corresponde a la situación vivida.

Os cuento un chiste muy antiguo, «una persona estaba en la carretera,  se le había pinchado la rueda del coche y no tenía gato hidraúlico para arreglarla, «¿quién me va a prestar ahora el gato, con lo tarde que es?, ¡nadie se parará a socorrerme!», refería el protagonista de la historia. Vio una lucecita a lo lejos y empezó a caminar hacia una casa que vio y pensó, «¿quién me va a prestar el gato?, seguro que no me abren la puerta, no va a tener gato, me quedaré tirado en la carretera», se repetía a sí mismo. Cada vez que iba acercándose a la casa pensaba, ¿»quién me va a prestar el gato…?» y así sucesivamente. Llegó a la casa, llamó a la puerta, salió una persona que le preguntó qué necesitaba y el protagonista de nuestra historia contestó «métase el gato donde le quepa».

Para mí este chiste expresa con claridad cómo nuestros pensamientos pueden boicotear nuestros sentimientos, nuestros comportamientos y en consecuencia nuestras relaciones.

Uno de los Pensamientos Distorsionados con el que suelo trabajar es el Tener Razón, la persona asume que tiene la razón absoluta y rechaza cualquier punto de vista que contradiga su idea inicial. No emplea apenas tiempo en valorar lo que otras personas pueden aportarle, ejemplo «me da igual lo que me digan, esto es así y punto».

Cada persona tiene su verdad, su percepción, que está condicionada por su experiencia y aprendizaje. Para mí, la clave está en desarrollar empatía, aprender a aceptar y respetar a la otra persona, sin olvidarse de un@ mism@, con el fin de poder entender y entenderse, así como limitar y/ o modificar aquello que nos afecte.

En general, nada es blanco o negro, a lo que hace referencia otra distorsión, el «Pensamiento Dicotómico todo-nada». La persona tiende a considerar dos extremos. Las cosas sólo pueden ser buenas o malas, si hace algo bien es perfecta y si no es una fracasada. No considera un término medio.

Ejemplo: Si no soy la primera de mi promoción, seré una fracasada.

A lo largo de mi experiencia he observado, cómo el ponerse en el lugar de los demás con el fin de entender, que no de justificar comportamientos no aceptables, ayuda ponernos en primer lugar, poner límites, decir que no, o expresar opiniones, en función de las necesidades e intereses propios y en consecuencia realizar tareas de autocuidado.

Por eso, atentos a las Distorsiones Cognitivas, suelen jugarnos malas pasadas y hacernos sentir mal con nosotros mismos.

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Para concluir, me gustaría compartir estas ideas con vosotros.

El pensar distinto no nos hace ser mejores o peores. Lo que nos hace ser mejores es, ser respetuosos, pacientes y empáticos. Aceptar a las personas por cómo son y aplicar todo ello a nosotr@s mism@s, es decir, ser personas respetuosas, pacientes y compasivas, con lo que nos gusta y con lo que no, con lo que podemos cambiar y con lo que tenderemos que aceptar de nosotr@s mism@s. Quizás invirtiendo el tiempo en ser mejores personas, tendríamos menos tiempo para defender quién tiene la razón.